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IMAGOTIPO CONECTA2
Por Kimberly Ascuña

Autoestima es una palabra que escuchamos y leemos por todos lados, sin embargo, no sabemos cómo ni cuándo se empieza a formar y no le damos la importancia que merece.


Es fundamental entender que la autoestima es el pilar fundamental de nuestra vida, porque  todos los problemas o conflictos que se nos presentan, sean en el aspecto que sean, tienen que ver con nuestra autoestima. En términos sencillos, la autoestima es la autovaloración que tenemos y está ligada a nuestro inconsciente. Podemos creer que tenemos una muy buena autoestima y sin embargo no tenemos los resultados que quisiéramos, por ejemplo, en el amor, las finanzas, el trabajo, etc.  Y es que en la medida en  que nos amemos, respetemos y valoremos, esto se verá reflejado en todas las áreas de nuestra vida.

Es lamentable que siendo la Autoestima tan importante y de tanto impacto en nuestras vidas, no se le dé la importancia que debería. Desde pequeños nos llenan de información con materias como matemática, comunicación, ciencia y otras, pero nunca nos enseñan a amarnos. Por el contrario, desde niños se nos compara, critica y se nos evalúa constantemente mediante notas, se nos enseña que si pensamos en nosotros primero, somos egoístas; nos dicen que siempre hay que compartir y ayudar al otro y no está mal, pero hay muchas personas que se pasan la vida cubriendo las necesidades del otro, olvidándose completamente de sí mismas.

Nos enseñan que la vida es una lucha constante y por ello, hay que ser “exigentes” en las instituciones educativas. En nuestros primeros años de escuela, ya nos “cargan” de muchas actividades y claro, esa es la proyección que seguimos en la Universidad. Nos dicen que este es un mundo competitivo y nos preparan para ingresar al mundo laboral y competir unos contra otros y todo el tiempo estamos haciendo y haciendo para lograr todo aquello que nos enseñan, es valioso. Pero no nos enseñan que vinimos a este mundo con la obligación de ser felices. Nadie nos enseña que es importante trabajar en nuestro ser en lugar de vivir del hacer y hacer. Nadie nos enseña que no vinimos a este mundo a sufrir.

Todo el tiempo nos acostumbran que tenemos que hacer algo para ganarnos la admiración y el amor de los demás. En el aula una maestra nos dijo “los que están en silencio, después pueden trabajar conmigo” y luego en casa,  mamá dijo “si recoges tus juguetes, mamá se pone feliz” y así, nos enseñaron a amarnos y valorarnos de una forma condicionada. Los que se sacan las mejores notas son los primeros de la clase y a ellos los felicitaban y les ponían toda la atención y a los que no, los criticaban y los hacían sentir poco merecedores del afecto o admiración de los demás. Se condicionó la felicidad de mamá, a recoger o no los juguetes, sin darse cuenta que esto podía generar culpa en el pequeño cada vez que mamá estuviera triste, porque podía asumirlo como su responsabilidad.

Nuestros padres hicieron lo mejor que podían y seguro tuvieron la mejor intención, pero no se dieron cuenta que inconscientemente estábamos aprendiendo que siempre teníamos que hacer algo para que nos quieran y  entonces, cuando nos convertimos en adultos, llegamos con una autoestima destrozada y además creyendo que siempre debemos hacer algo para merecer el amor del otro.  Y es que nadie nunca nos dijo que tal y como éramos ya éramos dignos de amor. Nadie nos enseñó que solo por el hecho de existir ya somos merecedores del amor. Nadie nos dijo que somos seres completos y que no necesitamos  ir tras nuestra media naranja, reforzando la creencia que nos falta algo o alguien para completarnos.

Hay muchos niños que aprendieron a sacarse buenas notas todo el tiempo, porque cada vez que lo hacían recibían el cariño de mamá y papá, y los llenaban de palabras bonitas, de caricias y se sentían amados.  Hay niñas que aprendieron que dejando de comer, obtenían toda la atención de mamá, porque a la hora de comer era el único momento que mamá estaba pendiente de ella y entonces aparecen los desórdenes alimenticios.

Adquirimos comportamientos de manera inconsciente para llamar la atención y ahora, siendo adultos, replicamos esos comportamientos también de manera inconsciente para ganarnos el amor de nuestra pareja, por ejemplo. Hay quienes se enferman, de forma inconsciente, para lograr la atención de sus seres queridos y por eso cuesta tanto sanar, porque para su inconsciente, estando enfermo tiene toda la atención y cuidado de quienes ama.

Es importante saber que entre los 3 a 6 años, el cerebro de los niños está cambiando física, química, anatómica y fisiológicamente; hay miles de millones de contactos sinápticos nuevos todos los días, así que cuando les hablamos, estamos modificando en una u otra dirección estos cambios del cerebro y esto repercutirá por el resto de sus vidas. Necesitamos tomar mayor consciencia de la importancia y la enorme responsabilidad que tenemos como madres, padres o maestros. Si comprendemos el poder que tiene la palabra y en cómo podemos “marcar” la vida de nuestros niños, tendremos mayor cuidado en cómo les hablamos.

Si no estás teniendo los resultados que quisieras en tu vida, has una pausa para evaluar cómo está tu Autoestima. Nada está perdido, la toma de consciencia de la causa de nuestros problemas es un importante primer paso.